Os dejo un comentario de Daniel Garrido, un alumno de 1º AF, sobre un documental que hemos visto en clase, La historia de las cosas.
Espero que tengáis la oportunidad de trabajar en clase con este video para reflexionar sobre el consumismo, la sobre-explotación de los recursos y las poblaciones más desfavorecidas.
Trata temas como la incidencia del marketing en nuestro comportamiento y la obsolescencia programada.
Adjunto el trabajo de Daniel.
Espero que os guste!
COMENTARIO CRÍTICO DOCUMENTAL “LA HISTORIA DE LAS COSAS”
El otro día vimos en clase un vídeo que
trataba sobre los procesos que sufren los
productos
que consumimos diariamente desde su extracción,
pasando por su
elaboración, continuando por
su consumo y finalizando
por
su conversión en residuos. En el vídeo, además, se alerta sobre las catastróficas consecuencias que provoca y
provocará el uso incisivo del actual sistema por el cual se rige nuestra sociedad: el de comprar, tirar y volver
a comprar.
En mi opinión, lo visto en este vídeo nos muestra, una vez más, en lo que se ha convertido el mundo y, en especial, nuestra
sociedad. Las personas nos hemos empeñado en
llevar un estilo de vida totalmente
salvaje y descontrolado.
En el vídeo vemos cómo estos
procesos
están marcados desde el principio por la irresponsabilidad, la codicia y
el
egoísmo más rancio.
¿Por qué digo esto? Para empezar, la vida de un futuro producto comienza con la
extracción de sus materias primas del medio natural. En este primer proceso,
observamos ya cómo se cometen irregularidades, pues se maltrata de una manera obscena el medio ambiente, contribuyendo a una
más que segura desaparición de éste.
Posteriormente, cuando se trabajan las materias primas extraídas para convertirlas en productos destinados al consumo, observamos también una serie de despropósitos y de injusticias que parecen
pasar desapercibidas para los organismos internacionales o
para
los gobiernos de los distintos países
que forman parte de ellos. Es
así, porque en esas fábricas de elaboración de productos, situadas en los países menos
desarrollados del planeta, (las
grandes empresas
colocan sus fábricas
en este tipo de países sin
recursos con el fin de
disminuir sus costes y obtener más beneficios), se fomenta el
desprecio por el ser humano, la vulneración continuada de sus derechos y la emisión de
los primeros gases tóxicos a la atmósfera, que implica más destrucción de la capa de ozono y también un gran número enfermedades a los propios trabajadores (niños que
trabajan en
las minas de coltán). Lo expuesto anteriormente nos puede dar una idea de lo
terrible de la situación, pero lo peor de todo es que el proceso no acaba ahí.
El tercer proceso que sigue en la vida de los productos es el de su puesta
en venta
para
su consumo
por
nuestra parte, por los consumidores. Este proceso
es, quizás, el que más refleja lo ruin y
vacía en que se ha convertido nuestra sociedad. Sí, porque en este proceso participamos todos, sin excepción.
Todos compramos de una manera
absurda y
desproporcionada, incluso sin tener necesidad de ello. Por tanto, gracias a nuestro consumo desproporcionado,
estamos alimentando este sistema cíclico de la
vida
de los productos.
Desde hace varios años se viene experimentando una gran subida del consumo que, a su vez, es incentivada por los gobiernos asesorados por las grandes empresas que son
las responsables de los dos procesos anteriormente citados. Las múltiples campañas realizadas por dichos gobiernos han calado profundamente en la sociedad, incitándola
a consumir vorazmente y si control. Esto no hace sino fomentar aún más la explotación
de aquellas
personas de los
países tercermundistas
y la contaminación
del medio natural, porque a más demanda más producción.
Para evitar que la gente deje de consumir, las grandes empresas se han encargado
de
lograr que la vida
útil de los productos consumidos sea extremadamente corta. Así, se reemplazan los productos con una
facilidad pasmosa.
Esto se conoce como “obsolescencia
programada”; es
decir, hacer de la vida de los productos algo tan
perecedero, que se
consiga crear una
necesidad imperante en el consumidor para comprar otros productos para reemplazarlos. También existe otro término denominado
“obsolescencia percibida”, que se da en los propios consumidores, ya que son ellos
mismos, a través de sus inseguridades, de su egoísmo o su orgullo los que consumen de
forma indiscriminada para satisfacer sus necesidades.
Por último, llegamos al último proceso que marca la vida del producto, su
conversión en residuo. Este es el proceso más contaminante de todos, pues los residuos
se destruyen en grandes hornos crematorios que emiten gases letalmente tóxicos a la atmósfera, incrementando aún más la contaminación iniciada en el primer proceso.
Después de hacer un análisis de todos los procesos que conforman la vida de los
productos,
podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que este sistema basado en el consumo exacerbado y la contaminación del medio natural no puede seguir estando
vigente en nuestra sociedad, puesto que nos conducirá en poco tiempo a la
desaparición. Por este motivo, poco a poco están saliendo voces
en contra del sistema
actual y pidiendo que se instale otro, en el cual no se exploten a los trabajadores y no se contribuya a la emisión de gases tóxicos a
la atmósfera.
Para ello, están apareciendo
alternativas
como
las energías limpias o renovables, el reciclaje de los productos en vez
de
su destrucción en los hornos crematorios…, con el objetivo de hacer del mundo un lugar más limpio y seguro y también de cambiar la mentalidad consumista de la sociedad
por
otra en la
que sólo se consuma lo que se
necesite, sin necesidad de comprar
descontroladamente.
Daniel Garrido Arellano
1ºAF
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